La organización de los plebiscitos para elegir presidentes auxiliares debe cambiar. Cada tres años vemos las mismas escenas de pobladores enardecidos que no aceptan los resultados y terminan por quemar las boletas.
Varias administraciones municipales han buscado que estos comicios sean organizados por el Instituto Electoral del Estado para disminuir los actos violentos.
En estos procesos, los grupos que no obtienen el resultado a su favor terminan por conformar grupos de choque que queman y destruyen todo a su paso.
Los plebiscitos para elegir presidentes auxiliares del 26 de enero no fueron la excepción.
Aunque se había tenido una jornada en calma en la Ciudad de Puebla, por la noche los demonios se soltaron y el caos se desató en el norte de la capital poblana.
Primero, quemaron boletas en San Aparicio y San Miguel Canoa, dos de los puntos más conflictivos de la capital.
La violencia se extendió a La Resurrección y San Felipe Hueyotlipan. En este último punto, se reportó que utilizaron bombas molotov contra policías municipales.
Ante la carencia de protocolos para organizar los plebiscitos, cada tres años los perdedores acusan al Ayuntamiento en turno de intervenir para apoyar a ciertas planillas.

Esta vez no es la excepción. Con el pretexto de que el gobierno municipal apoyó a los candidatos ganadores, en estas juntas auxiliares se justifican los desmanes.
Al final, será muy difícil que sancionen a los rijosos. Lo único que pasará será la repetición de los plebiscitos en donde se anulen.