Hoy celebramos el solsticio de junio, el evento astronómico que marca el inicio del verano en el hemisferio norte y del invierno en el hemisferio sur. Este fenómeno ocurre cuando uno de los polos de la Tierra alcanza su máxima inclinación hacia el Sol, situándose directamente sobre el Trópico de Cáncer.
Durante el solsticio de verano en el hemisferio norte, experimentamos el día más largo del año, con la mayor cantidad de horas de luz solar. En contraste, en el hemisferio sur, este solsticio marca el día más corto del año.
El solsticio tiene una gran relevancia científica. La inclinación axial de la Tierra, de 23.5 grados, es responsable de las estaciones. Durante el solsticio de verano en el hemisferio norte, el Polo Norte está inclinado hacia el Sol, resultando en días más largos y temperaturas más cálidas. En el solsticio de invierno del hemisferio sur, el Polo Sur se inclina hacia el Sol, produciendo un efecto similar.
Históricamente, muchas culturas han celebrado el solsticio con festivales y rituales. Hoy en día, continúa siendo un momento de observación y celebración en diversas partes del mundo, desde Stonehenge en Inglaterra hasta los festivales de verano en Escandinavia.
