A 4 días de haber tomado protesta como diputada federal, a mí y a mis compañeras diputadas y diputados que conformamos la LXVI Legislatura nos tocó cumplirle al pueblo de México, votando a favor una reforma que ha generado muchas resistencias, de diferentes tipos y de diferentes poderes. Afortunadamente la cuarta transformación ya es una realidad, la gente ya despertó y no solo ya no les es indiferente la vida pública, si no que ahora exige cuentas a quienes somos sus representantes electos.
Por eso dimos inicio al Plan C, que significa entre otras cosas, una buena sacudida a un Poder Constitucional obsoleto, clasista, machista, racista y elitista. Así iniciamos nuestro primer periodo de sesiones ordinarias, así le estamos cumpliendo al pueblo de México y así estamos atendiendo el mandato popular, plasmado en las urnas, el pasado 2 de junio. Hoy en nuestro país vivimos tiempos de transformación, hoy queremos que todas las personas accedan a todos los derechos y eso no podría cumplirse si sigue enquistada la corrupción en un Poder Judicial que hoy padecemos.
La justicia en este país, es mercancía de alto valor, tener acceso no es universal. La reforma presentada por nuestro presidente, el Lic. Andrés Manuel López Obrador, es una propuesta sumamente democrática y necesaria, hoy por lo menos se discute y se habla de algo que antes decidian entre los que se sentían la clase dorada.
La escuálida oposición dice que los de morena no escuchamos, pero no hay nada más falso. Para llevar a cabo esta reforma, se realizaron foros, se abrió el espacio a la discusión y se encontró posible modificar y enriquecer el dictamen. Con esta reforma buscamos que haya una convocatoria abierta, que haya un comité de evaluación conformado por personas con amplia trayectoria, que se respete la paridad de género y que en ningún momento dependan del amiguismo o las influencias el ser parte de dicho poder, el senado tendrá que verificar el cumplimiento de los requisitos y el perfil, pero será el pueblo el que tenga la decisión final.
Puede que esto no les guste a los más de 500 jueces y magistrados que tienen trabajando a sus esposas, hijos, papás, sobrinos, tíos, cuñados y hasta suegras, o a los más de 7 mil servidores públicos que también tienen a familiares en la nómina. Puede que esto no le guste al magistrado que en mayo del 2018 vendió entre 50 mil y 180 mil pesos las respuestas para el examen del concurso interno de oposición para seleccionar a 50 jueces de distrito; tampoco debe gustar a los 653 juzgadores que fueron designados en sus cargos de forma directa por los ministros del consejo de la judicatura, en lugar de llegar a través de un concurso de posición y no solo no les gusta sino que les molesta a la diminuta oposición que no tiene ni idea del sentir del pueblo de México y que se ha visto beneficiado por el poder y la corrupción.
México necesita de manera urgente ministros, magistrados y jueces honestos y comprometidos. Denle la oportunidad al pueblo de elegir a las y los mejores perfiles, que sirvan a su país, que hagan patria, que hagan historia, así como hoy, lo estamos haciendo nosotros.
¡Qué mueran los privilegios! ¡Qué viva la democracia! ¡Qué viva el pueblo de México!