La firmeza con que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se plantó ante los líderes del G20 y la contundencia con que fijó postura sobre las políticas económicas, en el foro mundial más importante en la materia, reafirmaron su estatura de jefa de Estado, además de jefa de Gobierno; ni los detractores de la menguada oposición han podido contrapuntearla.
Además, hay que reconocer que la mandataria mexicana no cayó en ningún momento en la tentación de matizar su discurso y maquillar sus palabras, como sí hicieron muchos en el pasado, para complacer a los gobernantes y presidentes de los bancos centrales, que están reunidos en Río de Janeiro, Brasil.
Simple y llanamente, Sheinbaum fue y les dijo en su cara que el modelo neoliberal de la economía, que está aún vigente en varias de las 20 naciones que integran este organismo, es un fracaso, al menos lo ha sido en México.
“Quedó atrás el dogma de fe neoliberal de que el mercado resolvía todo. Quedó demostrado que era absurda la teoría de que, regando arriba, gotearía abajo. Superamos todos los días la etapa de la oprobiosa corrupción y hemos logrado separar el poder económico del poder político”.
“Quedó en el pasado el desprecio por el pueblo y hoy se edifica con democracia e igualdad una nueva era que tiene como base la máxima de la prosperidad compartida…”
Claudia Sheinbaum fue al foro en que se diserta sobre las políticas relacionadas con la promoción de la estabilidad financiera internacional, y que es el principal espacio de deliberación política y económica del mundo, y se plantó sin complacencias y sin amedrentarse.
La realidad mexicana, vista desde la 4T y el actual gobierno, tuvo espacio en la voz fuerte de la presidenta de la República.
En su primera participación, la mexicana propuso sembrar paz y vida, en lugar de guerras, al destinar uno por ciento del gasto militar para poner en marcha el programa de reforestación más grande de la historia.
“La propuesta es establecer un fondo para destinar el uno por ciento del gasto militar de nuestros países para llevar a cabo el programa de reforestación más grande de la historia. Significaría liberar unos 24 mil millones de dólares al año (12 veces lo que ya destina México) para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles que reforestarían 15 millones de hectáreas, algo así como cuatro veces la superficie de Dinamarca, toda la de Guatemala, Belice y el Salvador juntos, o 30 por ciento la de Suecia.
“Con ello ayudaríamos a mitigar el calentamiento global y restauraríamos el tejido social ayudando a las comunidades a salir de la pobreza. La propuesta es dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida”, destacó en su participación en la Primera Sesión de Trabajo:
“Lucha contra el Hambre y la Pobreza”.
En paralelo, sostuvo reuniones privadas con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau; y con los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de China, Xi Jinping.
Aparte, tuvo un encuentro con los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Chile, Gabriel Boric Font; y de Colombia, Gustavo Petro Urrego, sobre el que escribió “América Latina unida”, en sus redes sociales.
Ha demostrado Sheinbaum firmeza como jefa del Estado Mexicano, que además prevalece como el país líder en América Latina.
De sobra está decirlo, nada de los malos presagios de la rabiosa oposición se están cumpliendo. Ni de lejos.
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