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Los rugidos de la nación: México frente a las amenazas del nuevo orden comercial

Los rugidos de la nación México frente a las amenazas del nuevo orden comercial

En el mundo de los felinos, el rugido de un león o el zarpazo de un tigre no son actos al azar. Son señales de dominio, fuerza y liderazgo. Así como los grandes depredadores marcan su territorio, las naciones también luchan por preservar su soberanía y su dignidad. Ante las recientes amenazas arancelarias de Donald Trump, México se encuentra en una encrucijada que exige no solo resistencia, sino un verdadero rugido nacionalista que defienda nuestros intereses y construya un futuro sólido para nuestra gente.

El nacionalismo no es un capricho, es una estrategia histórica que ha forjado grandes logros. Alemania, tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, entendió que la fuerza de su nación residía en la construcción de una economía sólida y conectada. Con el resurgimiento del sistema ferroviario, no solo unieron su territorio, sino que reactivaron las economías locales y fortalecieron su identidad nacional. Italia, bajo una visión patriótica, usó la modernización de su infraestructura, incluido su sistema de trenes, para impulsar el comercio interno y dar movilidad a su gente, demostrando que un país fuerte se construye desde dentro.

Hoy, México tiene ante sí un desafío similar. La amenaza de un arancel del 25% a nuestras exportaciones es el rugido de un tigre extranjero que busca imponerse sobre nuestro territorio económico. Pero como ha señalado Claudia Sheinbaum, nuestra respuesta no será pasiva. “Un arancel vendrá en respuesta a otro, y así sucesivamente hasta que pongamos en riesgo a las empresas compartidas”. México tiene garras, y no dudará en usarlas para defender a su pueblo y su economía.

Más allá de las amenazas externas, este es un llamado para mirar hacia adentro y fortalecernos. Así como los grandes felinos se adaptan al terreno para sobrevivir, México debe construir su propio modelo de desarrollo que nos haga menos dependientes de decisiones extranjeras. En el espíritu de los trenes europeos, iniciativas como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico representan un renacer de nuestra infraestructura, no solo como motores económicos, sino como símbolos de nuestra capacidad para construir un futuro con nuestras propias manos.

La migración y el consumo de drogas, argumentos que Trump esgrime como pretexto para sus aranceles, son problemas complejos que no se resuelven con medidas punitivas. Son síntomas de un sistema global desigual, y México ha trabajado incansablemente para abordar estos desafíos. Pero no lo haremos arrodillándonos ante amenazas. Este es el momento de demostrar que somos un país con fuerza y dignidad, capaz de rugir con orgullo ante el mundo.

El nacionalismo mexicano, ese que llevó a Lázaro Cárdenas a expropiar el petróleo y a Benito Juárez a defender nuestra soberanía frente a las invasiones extranjeras, debe resurgir con la misma fuerza. Como el león que protege su manada, México debe proteger a sus empresas, a sus trabajadores y a su pueblo de cualquier ataque externo.

Hoy, más que nunca, es momento de recordar que nuestra grandeza no depende de un mercado extranjero. Depende de nuestra capacidad para construir, producir y avanzar como nación. El rugido de México no será solo una respuesta a las amenazas, sino una declaración al mundo: somos un país fuerte, unido y dispuesto a luchar por nuestro lugar bajo el sol.

Como en los ferrocarriles alemanes e italianos, cada kilómetro de vía es un paso hacia la independencia. Cada empresa fortalecida es un rugido de victoria. Y cada mexicano que trabaja con orgullo y determinación es un recordatorio de que somos una nación que no se deja domar.

Los leones de nuestra patria están despiertos. El zarpazo está listo. Y el mundo sabrá que México no se doblega, porque en nuestro corazón late el espíritu de quienes nunca se rinden. Que ruja el águila. Que rugan los leones. ¡Que viva México!

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