Bien dicen que “nada se pierde, solo se transforma”, y esto pasa con viejas costumbres comerciales que regresan para demostrar que jamás se fueron, esto pasa con el ya aparentemente existo feudalismo.
Y no, no háblanos de señores feudales buscando nuevas tierras, si no de empresarios buscando nuevos terrenos comerciales.
Y es que, el término “feudalismo corporativo” se refiere a una estructura socioeconómica donde grandes corporaciones ejercen un control significativo sobre recursos y servicios, creando relaciones de dependencia similares a las del feudalismo medieval.
En este contexto, las empresas tecnológicas dominantes, conocidas como “Big Tech”, operan de manera que recuerda al sistema feudal de la Edad Media, acumulando poder y control sobre vastos territorios digitales.
En México, esta influencia corporativa se manifiesta en la tendencia de renombrar estadios deportivos con nombres de empresas patrocinadoras, lo que refleja la creciente presencia y control de las corporaciones en espacios públicos y culturales.
Un ejemplo reciente es el cambio de nombre del icónico Estadio Azteca, que, tras casi 60 años de historia, pasará a llamarse Estadio Banorte.
Este cambio surge de una alianza entre el banco mexicano Banorte y Grupo Ollamani, que incluye un financiamiento de 2,100 millones de pesos para modernizar el estadio de cara al Mundial de 2026.

Otros recintos deportivos en México han experimentado cambios similares:
- Estadio BBVA: Anteriormente conocido como Estadio de Monterrey, adoptó el nombre de la institución bancaria BBVA tras un acuerdo de patrocinio.
- Estadio Akron: El estadio de las Chivas de Guadalajara cambió su nombre en 2017 después de que la empresa de lubricantes Akron adquiriera los derechos de nombre.
- Estadio Chevron: En Tijuana, el estadio de béisbol, anteriormente llamado Estadio Gasmart y Estadio Calimax, fue renombrado como Estadio Chevron tras acuerdos con la compañía petrolera.
Esta tendencia de renombrar estadios refleja cómo las corporaciones buscan aumentar su visibilidad y presencia en la vida cotidiana de las personas, insertándose en espacios de gran relevancia cultural y social. Mientras que para algunas empresas es una estrategia de marketing efectiva, para ciertos sectores de la sociedad representa una pérdida de identidad y tradición asociada a estos recintos históricos.
En resumen, el “feudalismo corporativo” se manifiesta en México a través de la creciente influencia de las corporaciones en espacios públicos, evidenciada por el cambio de nombres de estadios emblemáticos. Esta práctica destaca la intersección entre economía, cultura y poder en la sociedad contemporánea.

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